Siempre he sido una mente inquieta, que se pregunta sobre todo lo que le rodea, por eso en mi adolescencia sentía verdadera pasión por la filosofía que sigo manteniendo a día de hoy, creo que buscar respuestas nos mantiene vivos y sobre todo creo que no hay una sola respuesta para casi ninguna pregunta.
A veces pienso que esta mente mía que todo lo quiere saber propicia que el autismo se convierta en mi interés personal al ser un trastorno a día de hoy aún muy desconocido.
Estudié primer año de filosofía en la universidad de Granada, pero yo me imaginaba que allí estaría como en el ágora paseando y filosofando con mis compañeros, cuando vi que iba a estar sentada en un pupitre mirando una pizarra y tan solo memorizando lo que los demás habían dicho pensé que ese no era mi sitio y me cambié de ciudad y de carrera.
Al año siguiente (2001) estaba en Málaga estudiando la Diplomatura de Logopedia, por aquel entonces eso de la Logopedia nadie sabía muy bien que era si lo de la R o lo de los pies, pero bueno, allí continúe hasta que me gradúe y sin darme cuenta la diversidad había entrado en mi vida ya para no marcharse nunca.
En 2007 empecé a trabajar unas pocas horas para un centro que se ocupaba del aula de Necesidades Educativas Especiales en el colegio de+e Salesianos de Antequera. Allí estuve tres años donde disfruté muchísimo con los chavales y puede aprender un poquito como poner en práctica todo lo que sabía.
Fue muy estimulante a no ser por las pocas horas de trabajo y el sueldo… tenía que compaginarlo con otros trabajos, los principios nunca son fáciles. La verdadera oportunidad me la dio Ana García que en ese momento era la directora del centro de Atención Temprana de Marbella y me llamo para una oferta de trabajo, no me lo pensé hice mis maletas y sin que nadie confiara mucho en mi me marche para Marbella, donde llevo 15 años y espero estar muchísimos más.
Me formé en Atención Temprana y TEA que dentro de la diversidad siempre fue lo que más me gustó. Allí pude aprender y formarme continuamente en un ambiente de trabajo estimulante en el que nos dejaban crear y ayudar de forma personalizada a cada familia, desde que llegaban con las señales de alerta hasta que cumplían la edad de 6 años y se iban con su diagnóstico, ayudas y conocimiento de su nueva vida.
Pero todo tiene un fin y alrededor de 2015 la empresa para la que trabajaba cambió de junta directiva y forma de trabajo y todo se fue al garete. Ya no había trato con la familia, ni nos dejaban hacer talleres, ni grupos de apoyo ni nada de todo lo que habíamos creado, ahora solo se daban sesiones tras sesiones y el trabajo se hizo un lastre.
Tuve la suerte de que decidieron prescindir de mí en 2018 y ahí justo se estaba fraguando la asociación a la que pertenezco como madre de un niño con TEA y en la que trabajo y soy terapeuta donde puedo crear todo aquello que un día nos arrebataron. La asociación se formó a finales de 2017 entre 6 familias que acudían a Atención Temprana con sus hijos TEA y a día de hoy somos 150 familias.
La psicóloga Ana García siempre ha colaborado con nosotros muy de cerca en todo lo que puede y su inmensa experiencia y sabiduría nos ayuda a seguir avanzando cada día.
Asociación Principito (Escuela de familias TEA) ahí es donde plasmo todas las ideas que me van surgiendo para trabajar con mis niños.
En los 6 años que llevamos funcionando hemos puesto en marcha la escuela de familias, con talleres que tienen lugar cada mes donde se hace una formación específica, talleres de formación en colegios e institutos, donde nos desplazamos al centro y organizamos jornadas de concienciación y formación para el alumnado y el profesorado, grupos de apoyo, talleres, excursiones, comidas, actividades al aire libre, campamento de verano, cursos de cocina para niños y padres, yoga, mindfulness y gestión emocional…en fin!! Todo aquello que sabemos que a ellos les viene bien y les encanta disfrutar.
En 2013 fui madre de un niño TEA, Miguel. No me podía imaginar que eso estuviese pasando, pero como me dijo un papa de un niño con el que trabajo y muy sabio, yo soy jardinero y también se me secan las plantas.
Miguel era un niño espabilado, risueño, muy adelantado en todo y con un enorme sentido de la orientación y memoria visual desde muy pequeño. No sé cómo explicarlo, pero sin saber porque siempre supe que era un niño muy especial.
El diagnostico nos llegó a los 4 años. En el colegio no hablaba, no jugaba con otros niños y le costaba muchísimo despedirse de nosotros en la puerta, no fue hasta los 8 años que dejó de llorar cada mañana para entrar al cole.
Ana fue su terapeuta desde el primer momento, quien lo diagnóstico y quien nos ayudó en todo momento a reinventarnos en la forma de ver cómo era él sin prejuicios, sin exigencias y sin dolor… el miedo se fue transformando en esperanza y aunque esto es algo que le acompañará para toda la vida lo entiendo como su forma de ser, sin más.
A pesar de todo no cambiaría nada de mi hijo, absolutamente nada, es el ser más maravilloso que conozco.
Blanca Jiménez Palomar
Terapeuta Especializada en AT y TEA.